Uno de los países donde antes y mejor caló el tebeo fue Italia, donde lo denominaron fumetti, en alusión a los globos de texto. Durante los años treinta empezaron a aparecer decenas de cómics, en muchos casos en un formato de cuadernillo apaisado, que ofrecían historias dibujadas a imitación de las estadounidenses de aventuras, hombres selváticos o policías. Pero sobre todo se vendían traducciones de comic-books y tiras de prensa estadounidenses. Cuando en 1938, en pleno régimen fascista, se prohíbe la importación de estos productos, las editoriales tienen que afinar mucho para no hundirse tras este duro golpe a sus intereses comerciales. Es el momento de máxima popularidad de Dick Fulmine, una serie creada por Vincenzo Baggioli y Carlos Cossio, protagonizada por un policía que actuaba al margen de la ley. La medida del éxito del personaje nos la da el hecho de que el Ministerio de Cultura Popular del régimen ordenara modificar las características físicas del héroe, que debía ajustarse al ideal fascista.
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