Desde 1900, William Randolph Hearst había estado publicando recopilaciones de las series que editaba en sus diarios, lo que podría considerarse como un antecedente del comic-book. Pero la más clara inspiración para este novedoso formato sería The Funnies, una revista de gran formato que se editó tan sólo durante un año, 1929, y que incluía material de nueva creación. Esta revista, editada por la compañía Dell, no tuvo mucho éxito, quizás debido a la grave situación económica que atravesaba el país, pero sentó un precedente claro para lo que pasaría en la década siguiente.
Surgido casi por azar en el seno de la Eastern Color Printing, el comic-book inició su andadura en 1933 como producto de regalo de una conocida marca de detergentes y jabones, Procter & Gamble. The Funnies on Parade fue el nombre que recibió. El éxito fue tal que pronto comenzó a extenderse la costumbre de regalar comic-books y el formato se hizo popular. Este «libro de cómics» era, en realidad, un cuadernillo de 17 x 26 centímetros, formado por pliegos de papel grapados, a color o en blanco y negro. Fue el primer formato creado específicamente para publicar historieta, y resulta sorprendente que apenas ha evolucionado en sus casi ochenta años de existencia: los comic-books publicados en la actualidad son, salvo por la calidad de papel y de impresión, básicamente iguales a los que se distribuyeron como regalo para los clientes fieles de Procter & Gamble.
La amplia
aceptación del nuevo formato llevó a su impulsor en la Eastern Color Printing,
Max C. Gaines, a intentar distribuir los comicbooks en los quioscos. De nuevo,
el resultado sorprendió a todo el mundo. A pesar de las dudas de las
distribuidoras, la empresa en la que trabajaba Gaines consiguió los permisos
necesarios para comenzar a publicar colecciones regulares de comic-books. La
primera de ellas apareció en 1934 y se llamó Famous Funnies. El resto puede imaginarse:
el formato se extiende y es imitado por decenas de editoriales. En los nuevos
comic-books podían encontrarse tanto reediciones de tiras de prensa como
material nuevo. Los géneros en principio eran el humor, el costumbrismo y la
aventura. Pronto empiezan a aparecer autores que trabajaban exclusivamente en
el comic-book, aunque en honor a la verdad hay que decir que en un primer
momento la mayoría de ellos eran artistas rechazados por los syndicates para publicar
en prensa. Pero entonces sucedió algo que provocó un vuelco en esta situación:
la llegada de los héroes enmascarados.
Gerardo Vilches, “Breve historia del cómic”, Ed. Nowtilus Saber, p. 35 – 36.
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