La era del comic-book trajo, además de superhéroes y otros géneros, un nuevo campo que explotar por parte de la Walt Disney Company. Si por entonces la tira de prensa de Mickey Mouse ya estaba plenamente asentada con el trabajo de Arthur Floyd Gottfredson, en el campo del comic-book será otro personaje el que triunfe: el Pato Donald. Donald había sido creado en el año 1940, y sus aventuras en papel empezarían tan sólo un año después. De la legión de autores anónimos por obligación que se encargó a lo largo de los años de los cómics Disney, destaca el nombre de Carl Barks. Barks creó todo un universo a su alrededor: la ciudad de Patolandia, el Tío Rico, los tres sobrinos de Donald, el inventor Ciro Peraloca, los Chicos Malos… Entre 1937 y 1966 fue el principal autor de sus aventuras, que fueron tremendamente populares. En España, estos tebeos, y muchos otros de Disney, fueron publicados en la colección Don Miki, de la editorial Montena, en los setenta y ochenta.
Y antes
de pasar a otras cuestiones es obligado dedicarle unas líneas a una editorial y
unos personajes poco conocidos en España, pero que son toda una institución
estadounidense. Hablamos de Archie Comics, una empresa fundada en 1939 por John
L. Goldwater y sus socios. La editorial se dedicó a publicar comic-books
variados, que pasaban sin pena ni gloria, hasta que, dos años más tarde,
Goldwater ideó una nueva serie que estaría protagonizada por un personaje llamado,
precisamente, Archie. Lo acompañaba toda su pandilla de amigos, y sus aventuras
cotidianas estaban ambientadas en Riverdale, una pequeña ciudad ficticia que
recogía la esencia de las típicas poblaciones del medio oeste estadounidense.
Con los dibujos de Bob Montana en sus primeros años, las andanzas de Archie y
el humor blanco de la serie la van convirtiendo en un gran éxito, que ha sobrevivido
hasta nuestros días, con sus protagonistas viviendo aventuras atemporales, y
con el eterno dilema intacto: ¿se quedará Archie con la rubia Betty o con la morena
Veronica?
Gerardo Vilches, “Breve historia del cómic”, Ed. Nowtilus Saber, p. 45 – 47.
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