El nacimiento del cómic estadounidense. Superhéroes

Malcolm Wheeler-Nicholson fue uno de los primeros editores que en 1934 se sumó al carro de los comic-books. Tras unirse a Jack S. Liebowitz fundó Detective Comics. O lo que es lo mismo: la futura DC Comics. Era 1937. El asunto acabó muy mal para Wheeler-Nicholson: traicionado por sus socios y obligado a ceder sus creaciones y apartarse del mundo del cómic para volver a su trabajo anterior como escritor profesional en revistas pulp. Pero la semilla de lo que estaba por venir ya estaba plantada, aunque él jamás se beneficiaría de sus frutos.

Durante esos primeros años, el auge del comic-book propició la industrialización masiva de la historieta, con la creación de grandes estudios de guionistas y dibujantes, como el Eisner & Iger Studio, que procuraban material a las editoriales del ramo. Un gran número de autores muy jóvenes, entre ellos algunos que después se convertirán en vacas sagradas, pudieron así publicar sus primeros trabajos. Fue el caso de Jerry Siegel y Joe Shuster. Ambos llevaban algún tiempo publicando sus historietas en National, pero al mismo tiempo habían estado moviendo en los últimos meses un proyecto de tira de prensa por diferentes syndicates, sin éxito. Tuvieron la suerte de que, en 1938, esa propuesta llegó a su editor en National, Vin Sullivan, que entonces estaba buscando material para un nuevo comic-book, Action Comics. Los dos autores adaptaron como pudieron su tira de prensa y, finalmente, su creación apareció en la cubierta del nuevo título. Estamos hablando del archiconocido Superman. 

Superman es el último superviviente del planeta Krypton, enviado en un cohete espacial por sus padres a la Tierra instantes antes de que su mundo natal fuera destruido. El pequeño alienígena aterriza en medio de Kansas, donde es recogido y criado por el matrimonio Kent. De adulto, decide vestirse con los colores que portaba en el cohete, rojo y azul, y la icónica «S» que lucirá en el pecho, y convertirse así en un héroe que luche por la justicia. Superman se esconde en su álter ego, el tímido Clark Kent, un patoso periodista del Daily Planet de la ciudad de Metrópolis –llamada así por la película de Fritz Lang–, donde también trabaja Lois Lane, la eterna novia de Superman. Sus increíbles poderes lo convierten en el ser más poderoso de la Tierra: superfuerza, supervelocidad, visión calorífica, rayos x, piel a prueba de balas, vuelo… 

Superman fue el primer superhéroe de la historia, aunque bebiera de muchas fuentes: los mitos griegos, por supuesto, pero también héroes enmascarados del pulp y personajes de las tiras de prensa como Flash Gordon. Sobre su origen se ha teorizado mucho. Se ha mencionado la condición de judíos de Siegel y Shuster para ver una parábola en Superman, por ejemplo. En cualquier caso, lo que es cierto es que el nuevo personaje tendrá un éxito espectacular, que dará inicio a la Golden Age (la edad dorada) del comic-book, en la que sus imitadores aparecerán como setas. En Action Comics los dos jóvenes autores fueron desarrollando toda la mitología de su nueva criatura, haciéndola evolucionar poco a poco hasta convertirla en uno de los iconos estadounidenses más populares del siglo XX. Por ejemplo, su famoso símbolo en el pecho sufrió muchos cambios hasta llegar al diseño actual, y uno de sus poderes más característicos, la habilidad de volar, no estaba presente en sus primeras aventuras: simplemente podía saltar muy alto. Además, se fueron añadiendo nuevos personajes, como Supergirl, Krypto, el Superperro, y hasta Comet, el Supercaballo. Con el tiempo, Superman no sólo contó con muchas más series en las que vivir aventuras, sino que fue adaptado en multitud de seriales de radio, series televisivas y largometrajes, encarnado en sus primeras apariciones en la gran pantalla por el actor Christopher Reeves. 

El siguiente personaje del que se va a hablar no es menos conocido: Batman. Su origen lo encontramos en 1939. Bob Kane, dibujante de estilo caricaturesco sin mucho éxito hasta entonces, ante el hallazgo de Siegel y Shuster con Superman –y sobre todo al enterarse de cuánto cobraban a la semana–, decide crear un personaje con el que repetir el éxito. Junto con su amigo Bill Finger, antiguo vendedor de zapatos que ya había guionizado alguno de los trabajos de Kane, se pone manos a la obra para idear un nuevo héroe. Ambos son devotos lectores del pulp, por lo que su personaje se basará en otros ya existentes como la Sombra o The Phantom –más conocido en España como el Hombre Enmascarado–, y también en el Zorro de Johnston McCulley. Batman, el hombre murciélago, será, en realidad, un multimillonario, Bruce Wayne, que vive obsesionado por la pérdida de sus padres a manos de un ladrón de poca monta cuando era pequeño. Decidido a luchar contra el crimen, se prepara para ello física y mentalmente. Una noche, un murciélago entra por la ventana de su mansión, lo que interpreta como una señal: debe vestirse de murciélago y comenzar su cruzada contra los criminales de la imaginaria ciudad de Gotham. En un principio, Batman es más un detective que un superhéroe, porque, de hecho, ni siquiera tiene poderes especiales. 

Batman apareció por primera vez en Detective Comics número 27, guionizado por Finger y con dibujos de Kane. Posteriormente, este consiguió firmar un acuerdo con National que lo reconocía como único creador del personaje y autor de todas sus aventuras, lo que dejaba sin acreditar no sólo a Finger, sino a numerosos dibujantes que explotó. En realidad, él dibujó muy pocas historias. Los tejemanejes de Kane se han ido conociendo mucho tiempo después, ya que sistemáticamente negaba cualquier colaboración en Batman y se atribuía todo el mérito, incluso en una polémica autobiografía. Sólo quince años después de la muerte prematura de Finger Kane reconoció alguna ayuda por su parte y se lamentaba de que no hubiese recibido el crédito adecuado, a pesar de que en sus manos estuvo dárselo. Hoy sabemos que a la pluma de Finger se deben muchas de las características de Batman, así como gran parte de los secundarios, desde Robin a Catwoman. 

Batman, como Superman, se convirtió en uno de los personajes bandera de la futura DC Comics y disfrutó de etapas de gran éxito, en las que protagonizó multitud de series de comic-books y adaptaciones a la televisión y al cine que desataron la batimanía. El enorme éxito de estos dos personajes tuvo como consecuencia una auténtica avalancha de héroes disfrazados con superpoderes, publicados por diversas editoriales. La propia National, a partir de 1940, publicará personajes como Linterna Verde, Flash, Hawkman o Wonder Woman, una de las primeras superheroínas –que no la primera; ese honor le corresponde a Black Widow, en 1940–, creada por el psicólogo William M. Marston. Entre los nuevos superhéroes hubo innumerables inspirados más o menos descaradamente en Superman, como Wonder Man, Star Man, o el caso más famoso de todos, el Capitán Marvel, obra de C. C. Beck y publicado por Fawcett. El Capitán Marvel llegó a superar en ventas a Superman, lo que provocó una demanda por parte de National, que con el tiempo –ya con el nombre de DC Comics– compró al personaje y toda su franquicia. 

En Timely Comics, la que sería la máxima competencia de National/DC en las décadas siguientes, aparecieron varios personajes que pasarían a la historia. En esta época se crean héroes como Namor, el príncipe submarino, o la primera Antorcha Humana. Pero el más importante de todos ellos fue el Capitán América. Creado por Joe Simon y Jack Kirby, este nuevo superhéroe vestía un uniforme con los colores de la bandera estadounidense y portaba un escudo, primero triangular y después circular, que también lucía las barras y estrellas. Era Steve Rogers, un joven flacucho que había sido rechazado por el ejército de Estados Unidos y se presentó voluntario a un proyecto secreto para crear un «supersoldado» que representara la plenitud física del ser humano. Así nació el Capitán América, símbolo de la nación. El personaje fue creado explícitamente por Simon y Kirby para inspirar a los estadounidenses y representar los valores de la democracia y la libertad, conscientes de que pronto Estados Unidos entraría en la Segunda Guerra Mundial. El Capitán América desapareció del mercado al final de la década, aunque volvería brevemente durante los cincuenta, cambiando a los nazis, comprensiblemente, por malvados comunistas. Será rescatado en los años sesenta como personaje del universo Marvel. 

En esos primeros años del comic-book también aparecieron otros géneros, como los funny animals, los tebeos románticos o las series de jungle girls, chicas ligeras de ropa perdidas en la selva. Pero los superhéroes fueron los más populares, hasta que a comienzos de los cincuenta el público les diera la espalda. Pasaría casi una década hasta que el género resurgiera, aunque, eso sí, con más fuerza si cabe. 

Fuente:
Gerardo Vilches, “Breve historia del cómic”, Ed. Nowtilus Saber, p. 36 – 45.

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