En 1969 realizó un remake junto con el dibujante Alberto Breccia – con el que ya había publicado Mort Cinder –, y una segunda parte en el 76, de nuevo junto con Solano López. Esta segunda parte tenía una lectura política aún más obvia, fruto del posicionamiento ideológico por parte de Oesterheld frente a la dictadura militar de Videla, que se había iniciado el año anterior. Su compromiso político con la democracia lo llevó a pasar a la lucha clandestina en 1977, junto con sus cuatro hijas, todas ellas secuestradas y asesinadas por el régimen. El propio Oesterheld fue desaparecido el mismo año, y asesinado en algún momento entre el 77 y el 78. Sus restos nunca se encontraron, pero su caso y su figura se convirtieron en un símbolo de la lucha contra la dictadura, así como de la historieta argentina.
Ya se ha mencionado a Alberto Breccia, apodado El Viejo, como colaborador de Oesterheld, pero su enorme figura merece que nos detengamos unas líneas. Nació en Uruguay en 1919 pero a los tres años su familia se trasladó a Argentina. Durante su juventud trabajó durante varios años en un matadero y, por las noches, cuando llegaba a su casa, dibujaba sin parar. Gracias a su determinación consiguió sus primeros trabajos, tiras en prensa y colaboraciones en revistas infantiles principalmente.
Pero fue con la llegada de los cincuenta y el cómic más adulto cuando Breccia explotó como artista, muchas veces a partir de los guiones de H. G. Oesterheld. Con él realizó Sherlock Time y la citada Mort Cinder –está ya en los sesenta–, una obra de ciencia ficción que les valió a ambos el reconocimiento en el mercado europeo. En ella ya se pueden apreciar las principales virtudes de El Viejo: una sensibilidad expresionista, influida más por las artes plásticas que por la historieta preexistente, un dominio total de la mancha y la pincelada y un espíritu experimentador infrecuente en su época pero que lo convirtió en el referente de su generación. Sus hijos Enrique y Patricia también se convertirán en dibujantes.
Fuente:
Gerardo Vilches, “Breve historia del cómic”, Ed. Nowtilus Saber, p. 107 – 110.
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