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La diversificación del manga

Durante los años setenta, la pujante industria del manga no parará de crecer, y se consolidará como uno de los entretenimientos preferidos de los japoneses. Y no sólo eso, sino que demostrará su versatilidad y amplitud de géneros, lo que permitía que los cómics fueran consumidos por todo tipo de personas.

Precisamente lo que sucede en este período es que el manga adulto se asienta en el mercado, partiendo de la influencia del gekiga de los cincuenta. En 1964 nace Garo, una revista que si hubiese aparecido en ese mismo momento en Estados Unidos, no dudaríamos en clasificar como underground, dirigida, por supuesto, a lectores adultos. Incluso el maestro Osamu Tezuka, máximo exponente del manga infantil, se interesa en esta época por el manga adulto y crea su propia revista, COM, que dio cabida a nuevas temáticas y estilos en sus cinco años de vida. Monkey Punch es un caso atípico en su época: un autor de marcada influencia extranjera, tanto europea como estadounidense, que creó la serie de Lupin III, ladrón de guante blanco descendiente de Arsene Lupin y en cuyas aventuras se mezclaba la acción con el erotismo y el humor socarrón. Otro antecedente de orientación adulta fue Ashita no Joe de Asao Takamori y Tetsuya Chiba. Aunque aparecía en una revista juvenil, Shônen Magazine, la serie contaba con crudeza y realismo la carrera de boxeador profesional de Joe Yabuki. Demuestra su éxito el hecho de que cuando el principal rival en el ring de Yabuki murió, la editorial tuvo que organizar un funeral en sus oficinas dado el impacto en los lectores. Otro buen ejemplo es Leiji Matsumoto, creador de varias series ambientadas en el espacio, la más popular de las cuales fue Capitán Harlock. 

Uno de los fenómenos más llamativos de los setenta es la proliferación de mujeres dibujantes, como el conocido como “Grupo de las 24”, que renovaron el género del shôjo. También será la década del género erótico, hasta entonces casi inexistente y que ahora aparecerá bajo el nombre de ero-gekiga. Incluso aparece la primera publicación yaoi, sobre homosexualidad masculina. 

Otro género en auge fue el seinen manga, destinado a jóvenes adultos y centrado, principalmente, en los géneros histórico y policíaco. El primero vivió una auténtica edad de oro centrada en los mangas de samuráis y ninjas, ambientados en el pasado casi mítico de Japón. Y aquí los reyes indiscutibles fueron el guionista Kazuo Koike y Goseki Kojima, que formaron un tándem artístico de gran éxito y que dio obras como Kubikiri Asa (Asa el ejecutor), Hanzo no Mon (Hanzo el asesino) y su obra maestra, Kozure Okami (El lobo solitario y su cachorro). Esta saga monumental, iniciada en 1970, cuenta la historia de Itto Ogami, antiguo albacea del sogún que tras caer en desgracia recorre el país en compañía de su hijo pequeño, Daigoro. Ambos recorren “el camino del infierno”, lo que significa que sus vidas no valen nada, que se han convertido en demonios para vengar la ofensa a su familia. Con una ambientación impecable, Lobo solitario y su cachorro es un manga que gráficamente rompe con la norma imperante, al ser realista y desterrar la caricatura completamente, incluyendo los ojazos enormes que popularizó Tezuka. 

Por otro lado, el manga juvenil también estará en plena efervescencia. En 1968 había comenzado su andadura la Shônen Jump de la editorial Shueisha, una cabecera mítica que sigue editándose hoy en día semanalmente y en la que se prepublican la mayoría de las series de shônen más exitosas. En ella publicaron autores clásicos como Akatsuka o Tezuka, y otros más jóvenes como Go Nagai, creador de Mazinger Z, y Keiji Nakazawa, autor de la monumental Hadashi no Gen (literalmente «Gen de los pies descalzos», pero conocida en España como Hiroshima), una obra autobiográfica que debuta en 1973 en la que cuenta la vida en Hiroshima tras la bomba atómica, con un marcado carácter antibelicista. 

También animado por ese espíritu, Shigeru Mizuki publica Sôin Gyokusai Seyo (Operación muerte) en el mismo año. Mizuki era un autor eminentemente infantil, cuya serie Ge Ge no Kitaro era y es un clásico muy popular entre los niños japoneses. Pero a partir de los años setenta, y siguiendo el camino abierto por los gekiga, se convirtió en uno de los autores cruciales del manga adulto. En Operación muerte, una de sus mejores obras, cuenta la historia de un escuadrón del ejército que en la guerra del Pacífico es condenado a lanzar un ataque suicida contra el enemigo. El propio autor participó en ese conflicto, lo que le costó la pérdida de su brazo izquierdo. El profundo humanismo de Mizuki no le impide mezclar el drama que uno podría esperarse con pinceladas de humor negro que convierten la historia en una maravillosa y grotesca tragicomedia en la que la muerte o la vida se deciden por el puro azar, y que admite pocas comparaciones con otras obras, del cómic o de cualquier otro medio. 



Fuente:
Gerardo Vilches, “Breve historia del cómic”, Ed. Nowtilus Saber, p. 170 – 175.

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