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Drawn & Quarterly

Durante los años ochenta, esos nuevos aires que estaban surgiendo en el cómic estadounidense se extenderían a todo el mundo, empezando, por pura cercanía geográfica, por Canadá. Allí encontramos varios autores que son fundamentales para entender la evolución del cómic en los últimos tiempos, y que comparten una serie de características estilísticas y temáticas.

Julie Doucet, natural de Montreal y francófona, leyó durante su infancia los clásicos de la BD y la revista Pilote. Tras estudiar en un colegio de monjas, cursó Bellas Artes en Nueva York, y en 1987 decidió comenzar a autoeditarse sus propios cómics. Doucet trataba temáticas cercanas a las del underground, en historias llenas de violencia, sexo y situaciones sórdidas. Pero además fue una pionera de la autobiografía, sobre todo cuando empiece a publicar su comic-book Dirty Plotte con Drawn & Quarterly. Su mejor historia en este género es My New York Diary (Diario de Nueva York), donde cuenta su complicado primer año en la ciudad. 

Chester Brown empezó a trabajar en el cómic a comienzos de los años ochenta con Yummy Fur, un comic-book autoeditado donde va serializando sus historias, y se convertirá en una de las figuras más destacadas del cómic alternativo. Uno de sus primeros trabajos fue Ed, the happy clown (Ed, el payaso feliz), una historia en la que Brown mezclaba vampiros con viajes dimensionales, cierta crítica social y política y mucha escatología, y que remitía directamente al underground más genuino. Sus siguientes historias cambiarán radicalmente de registro y se acercarán a la autobiografía, donde Brown creará algunas de sus mejores obras. The Playboy (El Playboy) y I never liked you (Nunca me has gustado). En ellas se muestra como un autor ya maduro, con todos sus rasgos definidos: historias herméticas, llenas de silencios, un dibujo basado en su trazo limpio y una habilidad especial para abordar temas tan incómodos como la relación con sus padres, los primeros amores o sus prácticas onanistas. Tras cerrar Yummy Fur, editará por entregas otro de sus grandes tebeos, Louis Riel, una apasionante biografía sobre un líder nacionalista de Quebec. Sus últimas obras no podrían ser más originales: por un lado, adaptaciones al cómic de los evangelios del Nuevo Testamento; por otro, una crónica de sus experiencias como cliente de prostitutas: Paying for it (Pagando por ello), una de sus mejores novelas gráficas, que termina de situarlo en lo más alto del panorama actual. 

Joe Matt es el único de este grupo de autores nacido en Estados Unidos, aunque ha vivido largas temporadas en Canadá. Muy inconstante como autor, Matt ha publicado sólo un puñado de números de su cómic, Peepshow, entre 1992 y 2006. En él cuenta experiencias con un tono mucho más humorístico que el de Brown, poniéndose en ridículo y mostrándose a sí mismo como un individuo insoportable y patético, en la línea de lo que hace Robert Crumb en muchos de sus tebeos. Aunque ha dibujado historias ambientadas en su infancia, sobre todo se centra en su vida como adulto y en sus excentricidades, sus problemas para encontrar novia… Muchas veces Matt escribe sobre el propio proceso de realización de sus cómics, lo que convierte Peepshow en un curioso y desenfadado ejercicio metaliterario. 

Por último, tenemos a Gregory Gallant, más conocido por su seudónimo: Seth. También canadiense, comenzó serializando sus historias en el comic-book Palooka-ville, historias que después serán editadas como novelas gráficas. Seth se mueve entre la autobiografía y la ficción, siempre con una mirada reflexiva y nostálgica, con un estilo de dibujo inspirado en sus admirados dibujantes de The New Yorker, la veterana revista estadounidense. La primera obra que Seth publica en tomo es también uno de sus mejores trabajos: It’s a good life, if you don’t waken (La vida está bien si no te rindes). Es una obra de referencia del cómic alternativo, en la que Seth construye una falsa autobiografía, una búsqueda ficticia de un antiguo dibujante de The New Yorker. Por el camino, dispersa reflexiones sobre la vida y los tiempos modernos, relaciones amorosas y amistosas se mezclan con maestría y saber hacer para conformar una obra redonda y muy evocadora. El resto de su obra incide en estos temas, como, por ejemplo, la aún inconclusa Clyde’s Fans (Ventiladores Clyde), y sobre todo la excelente George Sprott (1894-1975), la biografía de un ficticio presentador de televisión local canadiense, serializada previamente en The New York Times Magazine. Sus últimos cómics están intensamente influidos por el trabajo de Chris Ware, un autor del que pronto tendremos que dar cuenta, y suponen un cambio de registro gráfico en Seth, aunque su gran tema, el pasado y la nostalgia del mismo, sigue vertebrando sus creaciones. 

Estos cuatro autores tienen algo más en común: formaron el “núcleo duro” de la editorial Drawn & Quarterly cuando esta fue fundada en 1991 por Chris Oliveros. Julie Doucet y Chester Brown pasaron a publicar sus comic-books en ella, y Matt y Seth iniciaron los suyos ya bajo su sello. La editorial se ha convertido en referencia ineludible de la novela gráfica, y ha publicado, al margen de a sus autores fetiche, a otros grandes del cómic actual como Adrian Tomine, Chris Ware o Jason Lutes, e incluso traduce a autores extranjeros como David B. o Yoshihiro Tatsumi. 


Fuente:
Gerardo Vilches, “Breve historia del cómic”, Ed. Nowtilus Saber, p. 209 – 213.

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