Géneros clásicos, miradas alternativas

Tras la estela del underground, pero también del Love and Rockets de los hermanos Hernández, durante finales de los setenta y los ochenta surgió en Estados Unidos toda una corriente de autores independientes que no estaban reaccionando contra los géneros establecidos en el cómic comercial. No rechazan toda la tradición previa del comic-book sino que parten de ella en menor o mayor medida. Pero la gran industria no tiene espacio aún para ellos y sus propuestas o, simplemente, prefieren trabajar en sus propios personajes y controlar los derechos de autor de los mismos, algo inconcebible en aquel momento en DC o Marvel.

Uno de estos cómics alternativos fue Cerebus, de Dave Sim. Comenzó a publicarse en 1977 y arranca como una parodia de Conan: se trata de un cerdo hormiguero bárbaro que vive en un mundo de espada y brujería deformado por el humor de Sim. Pero en poco tiempo el autor comenzó a usar la serie como plataforma para expresar su visión de la sociedad, la política o la religión. Organizada en grandes arcos argumentales, Cerebus deja de ser una parodia al uso y se transforma en una sátira. Alta sociedad o Iglesia y Estado, dos de las sagas más recordadas, son lecturas densas y arduas, donde Sim no sólo expone sus teorías, sino que también experimenta con el lenguaje del cómic. 

Sim concibió la serie como una gran saga de trescientos números, y cumplió con ello. El último cómic de Cerebus se publicó en 2004, ya lejos de su momento de mayor éxito y tras una deriva motivada por las propias circunstancias vitales de Dave Sim, que lo llevan a polémicas posiciones morales y a cargar contra el agnosticismo y el feminismo. 

También como parodia de Conan nació Groo the Wanderer (Groo el errante o Groonan el bárbaro en España), creado por el español –aunque criado en México– Sergio Aragonés y con guiones de Mark Evanier. Groo es un bárbaro simple y tirando a tonto, de apetito insaciable, que vive absurdas aventuras en un mundo fantástico poblado por los habituales brujos, sacerdotisas y guerreras de escueta vestimenta. Lo acompaña a todas partes el perro Rufferto, que ve a Groo como un héroe sin tacha. La serie se ha mantenido de un modo u otro hasta ahora, publicada por diferentes editoriales, pero siempre en manos de Aragonés y Evanier. 

Otra serie que comienza a finales de los setenta inspirada en la fantasía heroica es Elfquest. Creado por Wendy y Richard Pini, el cómic presentaba un mundo primitivo habitado por razas fantásticas, entre las que estaban varias tribus de elfos. Entre 1978 y 2007, ambos desarrollaron una novela río monumental que retorcía los tópicos de Tolkien e incorporaba diversas influencias, incluso del manga que entonces estaba empezando a ser importado a Estados Unidos Paralelamente, se publicaron varias novelas en prosa y un juego de rol basado en el mundo y los personajes de Elfquest. 

Scott McCloud es hoy en día conocido por su papel de teórico del cómic, que le ha llevado a publicar varios estudios sobre el medio, como el imprescindible Understanding comics (Entender el cómic). Pero antes de eso se sumó a la corriente alternativa publicando a partir de 1984 Zot!, una serie sobre un superhéroe con la que pretendía recuperar la inocencia perdida en el género. Paradójicamente, Zot!,cuyo protagonista es un héroe blanco, puro e ingenuo, de clara inspiración retro, acaba en sus últimos números abandonando la acción fantástica y entrando en el terreno del slice of life al abordar cuestiones como el fin de la adolescencia, la madurez y el sexo con una naturalidad imposible de encontrar en los cómics de superhéroes coetáneos. 

Otra serie que mezcla géneros e influencias es Usagi Yojimbo, del japonés estadounidense Stan Sakai. La saga del conejo samurái Miyamoto Usagi da comienzo en 1984 y llega hasta nuestros días, y en ella Sakai recrea el Japón feudal que vemos en mangas como Lobo solitario y su cachorro, pero protagonizado por animales antropomórficos. Con el tiempo, la serie pasó a publicarse en Dark Horse, aunque Sakai siempre ha retenido los derechos. Hasta la fecha se han publicado veintiséis recopilatorios de las sagas de Usagi Yojimbo, en las que se han ido presentado personajes como Cabra Solitaria y su hijo, Mariko o la ladrona callejera Kitsune, al tiempo que se profundiza en el pasado del protagonista o se cuentan historias paralelas. 

Por último, vamos a detenernos en unos personajes hoy archiconocidos: nada menos que las Tortugas Ninja. Creada en 1984 por Kevin Eastman y Peter Laird, Teenage Mutant Ninja Turtles presentaba a cuatro galápagos mutados genéticamente y nombrados en homenaje a cuatro genios del Renacimiento: Leonardo, Rafael, Donatello y Michelangelo. La serie nace inspirada por el Cerebus de Sim y como parodia de Daredevil, que entonces estaba revolucionando el género superheroico de la mano de un joven Frank Miller. El verdadero éxito mundial les llegó a sus autores con la serie de animación que se estrenó a comienzos de los noventa, que desató una auténtica locura alrededor de las Tortugas, convertidas, eso sí, en un producto infantil edulcorado, frente al cómic original, mucho más oscuro y violento. Sus tebeos se han seguido publicando hasta la actualidad, bajo diferentes sellos editoriales.

Fuente:
Gerardo Vilches, “Breve historia del cómic”, Ed. Nowtilus Saber, p. 204 – 208.

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