Durante la primera mitad de los ochenta se prolongó en España el boom del cómic adulto gracias a diversas revistas de historieta que focalizaron la actividad de los autores españoles, al mismo tiempo que publicaban a algunos de los mejores extranjeros. Tal fue el caso de Creepy, que traía a España la obra de Richard Corben, o de Cimoc, que publicaba a Moebius, Druillet o Bourgeon. Rambla fue un proyecto impulsado por autores de la generación de los setenta, los Carlos Giménez, Alfonso Font o Josep María Beá que buscaron continuar sus proyectos personales con total libertad creativa. Por su parte, el tebeo infantil seguía casi monopolizado por Bruguera, que vivía de las rentas de las toneladas de material que sus mejores autores habían realizado. Sin embargo, la empresa atravesó por dificultades económicas severas, al tiempo que las ventas descendían y con ellas el número de cabeceras en el mercado. En 1986, Bruguera cerró sus puertas, en medio de una intensa polémica por los despidos e...